El secreto del contentamiento espiritual

Por: Liliana González de Benítez

La Biblia nos llama a permanecer contentos en cualquier situación. Pero, ¿cómo podemos estar alegres cuando fallece un ser querido, cuando sentimos dolor crónico, cuando hemos recibido un mal informe médico o cuando hemos perdido el empleo? Son innumerables los problemas que nos asaltan. ¡Parece imposible cumplir este llamado! 

Desde una mazmorra romana, el apóstol Pablo compartió el secreto del contentamiento espiritual. Un secreto que ha sido revelado por Dios en las Escrituras y está disponible para todas las personas que estén dispuestas a creerlo y a ponerlo en práctica.

««He aprendido a estar satisfecho en cualquier situación en que me encuentre. Sé lo que es vivir en la pobreza y lo que es vivir en la abundancia. He aprendido a vivir en todas y cada una de las circunstancias, tanto a quedar saciado como a pasar hambre, a tener de sobra como a sufrir escasez. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece» (Fil. 4:11-13 NVI).

Confiar en Dios con todo el corazón es el secreto de una vida caracterizada por el contentamiento (Jn. 16:33). Si nos fijamos bien, Pablo no estaba en la playa tomando el sol cuando escribió estas palabras a la iglesia de Filipos; él se encontraba encarcelado por causa de la predicación del Evangelio. Sin saber cuál sería su suerte, si sería ejecutado o liberado, se mantuvo confiado en el Señor.

Mantener la mente enfocada en nuestro Dios bueno y soberano produce un inmenso gozo. El gozo que viene del Espíritu Santo (Gál. 5:22) y que convierte a Cristo —y no los problemas— en el centro de nuestra meditación. Como dice de manera hermosa William Barclay en su comentario bíblico: «El gozo del cristiano es como dos amantes que están siempre felices cuando están juntos, no importa dónde. El cristiano nunca pierde el gozo, porque nunca pierde a Cristo». 

Jesús enseñó el secreto del gozo:

«Como el Padre me ha amado, así también yo os he amado; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor, así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea perfecto» (Jn. 15:9-11. Énfasis añadido).

Aquellos que permanecen en amor y obediencia a Dios experimentan el mismo regocijo que tuvo Cristo en Sus padecimientos. «…quien por el gozo puesto delante de Él soportó la cruz» (He. 12:2). Jesús siempre mantuvo Su mirada en las cosas de arriba:

  • En la gloria (Jn. 11:40).

  • En el galardón (Ap. 22:12).

  • En la herencia (1 Ped. 1:4).

Si nos concentramos en Sus gloriosas promesas, Su gozo siempre será nuestro gozo.

Hábitos de gozo

En su carta a los Filipenses (v. 4:6)el apóstol Pablo, inspirado por el Espíritu Santo, enseñó tres hábitos para cultivar el gozo:

1) No se afanen por nada.  La gente que no conoce a Dios vive preocupada por el mañana, pero aquellos que tienen sus ojos fijos en Cristo viven con alegría. Ellos no se preocupan preguntándose: «¿Qué comeremos?» o «¿qué beberemos?» o «¿con qué nos vestiremos?», porque sus mentes se concentran en obedecer las palabras de Cristo: «Busquen primero Su reino y Su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas» (Mt. 6:33). 

2) Oren por todo. Es triste afirmarlo, pero numerosos creyentes no tienen una vida de oración. Por eso no tienen gozo en su corazón. La oración no es una opción, es una necesidad. Un cristiano que no ora es una contradicción, porque todo aquel que ama a Dios desea intimidad con Él. Si la oración fue para Cristo un gozo, ¿no debería serlo también para nosotros? (Lc. 10:21). Jesús murió para destruir la barrera del pecado que nos separaba de Dios y abrió el camino para que nos acerquemos con confianza al trono de Su gracia, para recibir misericordia y hallar gracia para cuando necesitamos ayuda (He. 4:16).

3) Den gracias a Dios. La gratitud lleva al gozo. Debemos agradecer a Dios por todo. Por darnos a Cristo, en quien tenemos redención y vida eterna; por Su Palabra que nos instruye; por Sus misericordias que se renuevan cada mañana; por Su provisión y cuidado diario; y por Su gracia que nos sustenta hasta nuestro último aliento. ¡No hay gozo fuera de Cristo!

Versículo para memorizar: «Me darás a conocer la senda de la vida; en Tu presencia hay plenitud de gozo; en Tu diestra hay deleites para siempre» (Sal.16:11).

 

 

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