La Biblia nos llama permanecer contentos en cualquier situación. Pero ¿cómo podemos estar alegres cuando fallece un ser querido, cuando sentimos dolor crónico, cuando tenemos un hijo adicto a las drogas o cuando el cónyuge nos ha pedido el divorcio? Son innumerables nuestros problemas…Parece imposible cumplir este llamado.

Algunas veces la vida puede compararse con una feroz batalla. Un niño nace con cardiopatía congénita, una mujer sufre infertilidad, a un padre de familia le amputan una pierna… Esto último le ocurrió a mi suegro hace apenas unos meses.

Cuando fui diagnosticada con cáncer de mama sentí literalmente que me entregaban una sentencia de muerte. Al principio vi el cáncer como una encomienda que llegó a mi vida sin haberla solicitado.

Después de viajar seis horas por carretera, llegué al final de la tarde. Llovía. Bajé del auto y apresuré los pasos. El hospital estaba abierto. Me alegré; aún tenía tiempo de verlo. Los elevadores habían colapsado por falta de mantenimiento, entonces, subí las escaleras de dos en dos hasta llegar al piso ocho.

El salmo 23 es un poema de confianza en la bondad y soberanía de Dios. Acompáñame a meditar en las seis estrofas que lo componen y bebamos de este claro manantial que refresca el alma cansada y atribulada.