Yo soy el Pan de vida

Por Liliana de Benítez

En el evangelio de Juan, Jesús se dio a conocer como el gran «YO SOY». De forma metafórica hizo siete declaraciones acerca de Sí mismo que indican Su identidad y propósitos mesiánicos:

YO SOY el Pan de la vida (Juan 6:35, 41, 48, 51).

YO SOY la Luz del mundo (Juan 8:12).

YO SOY la Puerta de las ovejas (Juan 10:7, 9).

YO SOY el Buen Pastor (Juan 10:11, 14).

 YO SOY la Resurrección y la Vida (Juan 11:25).

 YO SOY el Camino, y la Verdad, y la Vida (Juan 14:6).

YO SOY la Vid verdadera (Juan 15:1, 5).

Acompáñame a meditar en la primera afirmación de Jesús. Ora antes de iniciar la lectura de hoy: Capítulo 6 del evangelio de  Juan.

Verso para memorizar:

«Jesús les dijo: Yo soy el pan de la vida; el que viene a Mí no tendrá hambre, y el que cree en Mí nunca tendrá sed» (Juan 6:35).

Estas palabras pueden parecernos confusas si no conocemos el contexto del pasaje. Es necesario leer con atención todo el capítulo 6 del evangelio de Juan para observar que el texto bíblico indica que antes de que Jesús afirmara ser el Pan de vida alimentó a más de cinco mil personas con cinco panes y dos pescados (vv.1-15). Con semejante milagro, Jesús buscaba demostrar Su autoridad mesiánica, a fin de que aquellos que creyeran en Él recibieran vida eterna. Pero muchos no comprendieron quién era Jesús ni la obra de redención que vino a hacer.

La muchedumbre lo seguía para saciarse de comida (vv. 26-27). Su ceguera espiritual impedía que pudieran conocer a Aquel que sacia el alma cansada y atribulada. Hoy sucede exactamente igual, numerosas personas buscan a Jesús esperando milagros financieros, sanaciones físicas y todo tipo de beneficios materiales. Lo siguen por la comida que perece. No se dan cuenta que Cristo ofrece mucho más que un estómago lleno.

Jesús aseguró ser el verdadero maná celestial, el Pan que da vida a las almas moribundas (Éx. 16:4). Cada uno de nosotros merece la muerte, porque somos pecadores (Ez.18:20). «No hay nadie que haga lo bueno» (Rom. 10:12). Pero Cristo vino al mundo para dar vida abundante y eterna. Si creemos que Él es el gran «YO SOY» que se manifestó en un cuerpo humano, murió en la cruz, pagó con Su sangre el precio de nuestra redención y resucitó de entre los muertos, viviremos para siempre. 

Reflexiona:

Dios nos invita a nutrirnos de Cristo. Él es el Pan del cielo que trae vida eterna. Piensa si tu corazón engañoso anhela las golosinas de este mundo caído o se deleita día tras día en Jesús. Enumera algunas formas prácticas de comer el Pan de la vida (Juan 6:35).

Ora:

Amado Padre celestial, gracias por enviar a Cristo, el Pan que bajó del cielo para darme vida y salvación. Muéstrame mi pecado y guíame por sendas de justicia. Ayúdame a desear a Cristo más que las golosinas que el mundo me ofrece. Dame fortaleza espiritual para no saciar mi hambre con la comida que perece, más bien acrecienta mi apetito por Cristo, el Único que puede satisfacer mi alma cansada y atribulada. Te ruego todas estas cosas por los méritos de Jesús. Amén. 

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