Yo Soy el Buen Pastor

Por Liliana de Benítez

Hoy estaremos meditando en la cuarta de las siete declaraciones «YO SOY» de Jesús. Ora antes de iniciar la lectura del capítulo 10, versículos 11 al 18 del evangelio de Juan.

Verso para memorizar:

«Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas» (Jn. 10:11).

En este pasaje, Jesús se llama a Sí mismo el «Buen Pastor» que ama y se sacrifica por Sus ovejas. Advierte sobre un cuidador contratado que cuando ve al lobo acercarse abandona el rebaño y deja morir a las ovejas, porque sólo las cuida por dinero.

A través de esta metáfora, Cristo advirtió al pueblo de Israel sobre los líderes que velaban por sus intereses particulares. Es necesario que aprendamos a identificarlos. Hay malos pastores que no aman a Dios ni a Sus ovejas; ellos trabajan buscando fortuna, prestigio y poder. Se deleitan engañando a la gente, pero «su destrucción será la recompensa que recibirán por el daño que han causado» (2 Ped. 2:13 NTV). También hay pastores piadosos  -aunque son imperfectos- se caracterizan por su bondad, paciencia y disposición a sufrir por la grey de Dios.

Cristo habló de las ovejas que estaban en otros rediles (v.16). Se refería a nosotros, los creyentes no judíos que por Su gracia e infinita misericordia escucharíamos Su voz y recibiríamos el perdón de nuestros pecados y el precioso regalo de la vida eterna.

Alegrémonos, porque Jesús es el Buen Pastor que entregó Su vida por nosotros de manera voluntaria. Él tiene todo el poder de dar Su vida y de volverla a tomar (v.17). Su muerte no fue incidental; fue planeada, decretada y determinada antes de la fundación del mundo. Con Su resurrección, Cristo venció el pecado, la muerte y las obras de las tinieblas para siempre.

Reflexiona:

¿Has escuchado la voz del Buen Pastor? ¿Sabes identificar a los pastores fraudulentos? (2 Ped. 3:3) ¿Cómo te consuela saber que Jesús es el Buen Pastor que tomó tu lugar en la cruz para regalarte vida eterna? Piensa en algunos pasos prácticos que te ayuden a vivir agradecida por el sacrificio de nuestro Señor y Salvador.   

Ora:

Padre, gracias por enviar a tu Hijo Jesús a salvarme de la condenación del pecado. Te ruego que me guíes por sendas de justicia y me instruyas a través de pastores piadosos que te aman a Ti y a Tu rebaño. Te lo ruego por los méritos de Cristo. Amén. 

 

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